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QUEMA DE LIBROS EN SARANDI. A 43 AÑOS, MEMORIA

El 26 de junio pasado se cumplieron 43 años de una tragedia cultural aberrante.

En el año que cumplimos 40 años de continuidad democrática en nuestro país, es bueno recordar lo que sucedió un 26 de junio de 1980 en Sarandí, Avellaneda, provincia de Bs As; solo tres años antes del comienzo de este ciclo. Allí se consumó una de las tragedias culturales más aberrantes de todos los tiempos. La dictadura ordenó quemar 24 toneladas de libros del Centro Editor de América Latina.

UN DÍA FRÍO Y GRIS

Aquel día frío y gris, en un acto patético y triste, se prendió fuego a publicaciones que se consideraban “marxistas”, “subversivas” y que “atentaban contra la Constitución Nacional.” Todo a plena luz del día. Sin vergüenza alguna.

El escritor Mempo Giardinelli narra en su crónica de aquel día nefasto:

“Era un día frío, gris, sin lluvia….” “ ..de un gran depósito en las calles Gral. O’Higgins y Agüero en Sarandí un camión se lleva en dos tandas 24tn de libros.”

Algunos miembros de la editorial fueron obligados a presenciar la quema y fotografiarla para dejar documentado en el expediente que nadie se robaba esos libros, sino que se quemaba hasta el último en aquel día nefasto.

Así lo testimoniaron Amanda Toubes (editora) y Ricardo Figueiras (historiador y editor) integrantes del equipo de trabajo.

CENTRO EDITOR DE AMÉRICA LATINA

CEAL era una de las más importantes casas editoras de nuestra américa en esos días. Sus colecciones formaban ciudadanía y eran una fuente de conocimiento democrático en todas las disciplinas.

Fue fundada el 21 de setiembre de 1966 por parte de importantes intelectuales del equipo de EUDEBA y fue dirigida por un hijo de inmigrantes rusos, Boris Spivacow, matemático, que operaba como empresario, ideólogo y creador cultural.

El proyecto tenía por objetivo la continuación de EUDEBA y la Biblioteca Universitaria; acercando un nivel de alta divulgación a la gente común.

Eso era lo peligroso a juzgar por los que usurparon el poder en el golpe militar de marzo 1976.

A pesar de la ridícula guardia armada y el combustible rociado, los libros no se quemaban, resistían el fuego para no ser ceniza. Los obreros que salían de una fábrica llegaron a rescatar algunos ejemplares de los miles de libros sacrificados.

La escritora Graciela Cabal que trabajó en la editorial evoca: “Los libros no se acababan de quemar porque había cosas húmedas. Ahí estaba nuestra enciclopedia, ¡tan hermosa! Recuerdo que había un príncipe en una de las tapas, y no se quería quemar, pobrecito…Me quedó esa imagen. Pasaban chicos por el baldío y gritaban: ¡Queman libros, queman libros!”.    

Aún con la penuria de tanta pérdida el equipo editorial siguió trabajando.

“… desaparición, tortura, muerte, arrojo al río y quemazón de los cuerpos, eso era nuestro país. Los libros se reponen, los cuerpos no.”

Decía Amanda, una de los testigos por la editorial de esa ejecución.

BORIS SPIVACOW

El libro Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino, de Delia Maunás, publicado por editorial Colihue, transcribe entrevistas realizadas entre 1993 y 1994 al fundador de la editorial, a su familia, amigos y colaboradores. Esta obra es fundamental a la hora de rescatar la historia y las ideas del mítico editor.

En 1969 sufrieron el primer acto de censura cuando el dictador Juan Carlos Onganía prohibió los fascículos de Siglomundo. En 1978 se inició un juicio contra la editorial “por publicar y distribuir libros subversivos”.

El 7 de diciembre de 1978, primero inspectores municipales y luego el Cuerpo de Caballería de la región, allanaron y clausuraron los depósitos que el Centro Editor alquilaba en Avellaneda. 

Un mayor retirado del ejército que actuaba como juez federal en la ciudad de La Plata, Héctor Gustavo de la Serna, dictaminó la aplicación de la Ley 20.840/1974 y junto con la clausura de los depósitos, ordenó apresar a catorce empleados del Centro, acusándolos de haber infringido la Ley 20.840. Spivacow se presentó voluntariamente al juez para declararse como único culpable del delito que se les imputaba.

Boris recuerda: “Fueron llevando gente. Llevaron primero presos a los ocho muchachos que estaban en el depósito. El abogado me dijo que no me presentara, que esperara un poco, pero seguían llevando gente. Entonces le dije: Si en el Centro hay una ideología o lo que fuere, el responsable soy yo, no son los empleados. Entonces el abogado dejó que me presentara”.

Algunos de los trabajadores fueron liberados, a Boris también lo dejaron ir y fue absuelto en la causa, pero cerraron los depósitos de la editorial. Ante las acciones legales del editor y su abogado, el juez accedió a que siguieran trabajando, pero separaron en otro depósito los libros objetados que representaban el 30 por ciento del material y que luego fueron condenados a la destrucción.

Entre ellos había libros de Marx, Evita, Perón, el Che Guevara y colecciones como la de Historia del movimiento obrero. También fueron censurados cuentos infantiles como Los zapatos voladores de la colección del Chiribitil donde el protagonista es un cartero al que no le alcanza la plata para comprarse zapatos, la gente del pueblo decide entonces reunirse y organizar una colecta; la delegación del Tercer Cuerpo del Ejército de Mendoza consideró que ese era un llamado a la subversión.     

LA MEMORIA QUE ARDE

En la muestra del Museo del Libro y de la Lengua (2017) se exhibieron fotos tomadas por Ricardo Figueira que estuvo presente el día de la quema, como testigo de la editorial. Allí se ven secuencias de los camiones descargando los libros que fueron luego rociados con nafta e incinerados.

También hay una placa recordatoria y fotos en homenaje a los trabajadores desaparecidos. Daniel Luaces, cuyo cuerpo apareció acribillado; Claudio Adur, Martha Brea, Atilio Cattaneo, Conrado Ceretti, Diana Guerrero, Ignacio Ikonicoff, Graciela Mellibovsky, Carlos Pérez que fueron detenidos y desaparecidos; Matilde Milesi y Graciela Taddey que sobrevivieron y se exiliaron.

El proyecto de la muestra se inició en 2006 bajo la gestión del entonces director Horacio González. La Biblioteca Nacional bautizó a una de las dos plazas cercanas a su edificio con el nombre de José Boris Spivacow. A partir de ese gesto se inició la recuperación de documentación, bibliografía y testimonios de las experiencias de Eudeba y del Centro Editor, las dos editoriales fundadas por Boris.

La periodista e investigadora Judith Gociol, curadora de la muestra, informaba que el CEAL fue el mayor emprendimiento editorial y de promoción de la lectura que tuvo la Argentina. Hasta su cierre en 1995 publicó unos 5 mil títulos reunidos en 79 colecciones que apuntaban a ese gran lector, curioso y amplio, en el que creía su fundador. En las paredes de la sala se expusieron los principales títulos: Los hombres, Atlas total, Pintores argentinos del siglo XX, El país de los argentinos, La vida de nuestro pueblo, Capítulo, entre otros. Fueron colecciones con una tirada inicial de 20 mil ejemplares.

La editorial contó con un equipo integrado por personalidades como Oscar Díaz, Beatriz Sarlo, Aníbal Ford, Horacio Achával, Graciela Montes, Susana Zanetti y Jorge Lafforgue. Además fue un espacio donde escribieron David Viñas, Noé Jitrik y Josefina Ludmer, entre otros.

Con el eslogan “Más libros para más” la filosofía de Boris era considerar a los libros como una necesidad alimentaria básica, y le pedía a los intelectuales que escribieran en un lenguaje sencillo para acercarse a todos los lectores. “Un libro al precio de un kilo de pan”, pregonaba con criterio revolucionario, así fue pionero en vender fascículos culturales a precios accesibles en los quioscos de diarios y revistas.

Spivacow era un lector apasionado, en sus famosas libretitas, que también se expusieron en la muestra, hacía cuentas y anotaba todas sus ideas. Entrevistado por Maunás, el editor relata sus obsesiones con humor: “Escribía y leía caminando. Esa costumbre la conservé toda la vida. Así me encajé golpes feroces. Ahora ya no lo hago porque tengo miedo de romperme un hueso importante, y mis hijos ya tienen bastante con aguantarme así como estoy.”

Edición y recopilación de Jorge Canolik para www.labordona.com.ar y www.360masnoticias.com

Autores del material consultado y recopilado:

“La Tinta” – https://latinta.com.ar/2017/07/la-memoria-que-arde/