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Darwin, los tesoros fósiles y la evolución

Autor: La Bordona /
Artículo investigación: Dr. Héctor Palma

“Los Caminos de DARWIN en el S.O. de la provincia de Bs.As.” nos llevaron, en los capítulos ya publicados, a conocer sus experiencias en “La Sierra de la Ventana”, su vínculo con “Juan Manuel de Rosas a orillas del Río Colorado” en el invierno de 1833 y su mirada sobre los pobladores de entonces, en “Tierra de indios y gauchos”. 

 

En esta 4ta y última entrega de esta serie sobre DARWIN, en la sección “Ayer, hoy y mañana” de La Bordona, el trabajo de investigación del Dr. Héctor Palma nos acerca a los registros y experiencias de este naturalista inglés al encontrar piezas fósiles importantes de especies extinguidas en el S.O. de la Provincia de Bs.As. Elementos que años más tarde darían sustento a su teoría de la evolución.

 

Buscamos poner en valor páginas de nuestra historia que son trascendentes por su valor testimonial, histórico y cultural. 

Gracias por acompañarnos en este viaje que les proponemos, una mirada de nuestra región con los ojos de DARWIN.

Darwin en la provincia de Buenos Aires (4): Algunas piezas importantes para la teoría de la evolución

Héctor A. Palma

Es reconocido y aceptado tanto por el propio Darwin como por sus biógrafos, que algunos hallazgos y observaciones del extenso viaje resultaron clave para armar ese rompecabezas que fue, años después, la teoría de la evolución. Los restos encontrados en el sur de la provincia de Buenos Aires, las vivencias humanas en Patagonia y las maravillas de esa suerte de laboratorio natural de la evolución que son las islas Galápagos han sido, sin duda, puntos fundamentales. Sin embargo, no hay nada en el Diario de Viaje que permita trampear la historia y encontrar en ese escrito de 1839 una idea que surgiría recién varios años después en la mente de Darwin, quien, por esa época observaba, dudaba, especulaba un poco, juntaba lo que le parecía importante y lo enviaba cada tanto desde algún puerto a Inglaterra en decenas cajones que se acumularon esperando el regreso. Cuando el Beagle lo deja en Bahía Blanca y antes de emprender el viaje a caballo hacia Buenos Aires, Darwin llega a la zona de Punta Alta1 “interesantísima por el número y carácter extraordinario de los restos de gigantescos animales terrestres sepultados en ella”, donde encuentra una cantidad de piezas paleontológicas importantes:

“1.° Varias partes de tres cabezas y otros huesos del Megatherium, cuyas enormes dimensiones expresa su nombre mismo.

2.° El Megalonyx, gigantesco animal afín.

3.° El Scelidotherium, animal también afín, del que obtuve un esqueleto casi completo (…).

4.° El Mylodon Darwini, género estrechamente relacionado con los precedentes, de tamaño un poco menor.

5.° Otro gigantesco cuadrúpedo desdentado.

6.° Un animal grande, con caparazón óseo en compartimientos o divisiones, muy parecido al de un armadillo.

7.° Una especie extinguida de caballo (…).

8.° Un diente de un animal paquidermatoideo, probablemente el mismo que el Macrauchuenia bestia enorme, con un largo cuello como un camello (…).

Finalmente, el Toxodon, tal vez uno de los más extraños animales que hayan sido descubiertos; en la talla es igual al elefante o megaterio, pero la estructura de sus dientes, como asegura Mr. Owen, demuestra indiscutiblemente que guardaba estrechísimas relaciones con los roedores (…); en muchos pormenores se acerca a los paquidermos; juzgando por la posición de sus ojos, oídos y narices, era probablemente acuático, como el dugong y el manatí, con el que tiene gran parentesco. ¡Cuán maravilloso es que órdenes tan diferentes, al presente enteramente separados, coincidan en diferentes puntos de la estructura del Toxodon!”. (Diario de Vieja, Capítulo V)

 

Imagen 4: Mándíbula de Mylodon Darwini

Imagen 5: Cuero de Mylodon Darwini en el

Museo de la Plata.

Imagen 6: Ilustración de un Mylodon Darwini

Imagen 7: Dibujo de un Mylodon Darwini

Imagen 8: Esqueleto Glossotherium

Imagen 5- Gentileza de André Ganzarolli Martins – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0,    https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=74420676

En la actualidad existe en la zona una Reserva Geológica, Paleontológica y Arqueológica a partir del hallazgo de huellas de pisadas de ejemplares extinguidos. Se trata de una zona relativamente amplia que abarca distintas áreas o yacimiento. El área 1 incluye los yacimientos de Playa del Barco y Farola Monte Hermoso; el área 2 ubicada a 1 km al este de Pehuen- Có; el área 3 abarca Monte Hermoso 1 (más conocida como “El pisadero”), La Olla I y La Olla II.


A raíz de su paso por la provincia de Buenos Aires, Darwin entabla relación con Francisco Muñiz, médico y destacado naturalista argentino, que murió por la fiebre amarilla de 1871 en Buenos Aires donde colaboró con la atención de los enfermos. Desarrolló una extensa labor como médico y fue un activo paleontólogo, descubridor de una gran cantidad de fósiles. En 1885 Domingo F. Sarmiento rescata póstumamente su obra del olvido y la publicó como “Escritos científicos del coronel Francisco J. Muñiz”. Darwin entabló con él una relación epistolar relativamente larga a propósito de una curiosa variedad de bueyes. Explica Darwin:

“En dos ocasiones he encontrado en esta provincia algunos bueyes de una raza curiosísima, llamada ñata o niata [en español en el original]. Por su aspecto exterior parecen guardar con las otras clases de ganado vacuno la misma relación que tienen los bull-dogs o los perros falderos [“bull or pug dogs” en el original] con los demás perros. Tiene la frente muy corta y ancha, y las extremidades nasales vueltas hacia arriba, mientras el labio superior está muy recortado; la mandíbula inferior sobresale de la superior y presenta una curvatura hacia arriba, por lo cual siempre están mostrando los dientes. Las ventanas de la nariz están altas y muy abiertas; sus ojos son muy saltones. Cuando caminan llevan la cabeza baja, sostenida por un cuello corto, y sus patas traseras, comparadas con las delanteras, son más largas de lo común. Sus dientes al descubierto, sus pequeñas cabezas, y sus fosas nasales vueltas hacia arriba, les otorgan un aspecto desafiante y de seguridad en sí mismos, tan ridículo como pueda imaginarse. Después de mi regreso he conseguido un cráneo, gracias a la amabilidad de mi amigo el capitán Sulivan, de la Marina Real Inglesa, y hoy se conserva en el College of Surgeons. D. F. Muñiz [“Muniz” en el original], vecino de Luján [“Luxan” en el original], amablemente me ha recolectado toda la información que ha podido acerca de esta raza. De lo que él me informa, parece que hace unos ochenta o noventa años, estos animales eran raros, y se conservaban como curiosidades en Buenos Aires. Se cree en general que la raza en cuestión procede del ganado vacuno criado por los indios del sur del Plata, y que entre ellos es un tipo común. (…) Es una verdadera raza y un toro y una ñata producen invariablemente terneros ñatas. Un toro ñata con una vaca común, o viceversa, produce siempre tipos intermedios, pero con los caracteres ñatas muy marcados; según el Sr. Muñiz, existen muy claras evidencias, en contra de lo que creen comúnmente los agricultores para casos análogos, que la vaca ñata cruzada con un toro común transmite sus caracteres peculiares más enérgicamente que el toro ñata cruzado con la vaca común. Cuando el pasto está bastante alto el ganado ñata pace con la lengua y el paladar tan bien como el ganado común; pero durante las grandes sequías, cuando tantos animales perecen, la raza ñata se halla en condiciones desventajosas, y desaparecería si no se la cuidase; porque el ganado vacuno común, así como los caballos, se sostienen recogiendo con los labios palitos y astillas de caña, cosa que los ñatas no pueden hacer bien por no juntarse sus labios, y, consiguientemente, sucumben antes que el ganado común. Este hecho me ofreció un buen ejemplo de lo difícil que es apreciar por los hábitos de vida ordinarios en qué circunstancias, cuando éstas se presentan sólo en largos intervalos, puede producirse la escasez o la extinción de una especie,”. (Diario, Capítulo VIII, 18 de noviembre de 1833). 

Como ya hemos comentado en esta serie, en el relativamente extenso paso por la provincia de Buenos Aires, Darwin no solamente observaba y recolectaba especímenes, sino que también llegó a asimilar algunas costumbres locales. En el relato correspondiente a su paso por la Sierra de la Ventana, dice:

“Llegué al sitio en que habíamos de acampar al atardecer, y bebiendo mucho mate [“maté” en el original] y fumando algunos cigarrillos [“cigaritos” en el original] me preparé la cama para pasar la noche. El viento era muy fuerte y frío, pero nunca dormí más confortablemente”. (Diario, Capítulo VI, 8 de septiembre de 1833).

La peligrosa idea de Darwin

Indudablemente, todo lo relatado en las entregas de esta serie de artículos y la figura de Darwin en sí misma, cobra importancia no tanto por el viaje sino por lo que ocurrió después con la publicación de su obra más importante en 1859:  El origen de las especies por selección natural o la preservación d las razas favorecidas en la lucha por la vida. Esa obra marcó una revolución científica fundamental en la biología. Más de un siglo después, uno de los grandes biólogos del siglo XX escribió un artículo titulado: “Nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución”. Pero también, y fundamentalmente generó una revolución cultural y filosófica, la más importante producida por una teoría científica, al romper con la imagen tradicional que el ser humano tenía de sí mismo, según una antigua tradición antropológica que, por otra parte, era dominante en la cosmovisión cristiana. A mediados del siglo XIX y, más allá de algunos antecedentes evolucionistas en biología, prevalecía la explicación fijista (no evolucionista) acerca de la diversidad y el origen de lo viviente según la cual dios habría creado a las especies tal cual son en la actualidad. Es decir la invariabilidad e independencia de las especies. 

Imagen 9: Aves

Imagen 10: Aves

Imagen 11: Branquiópodos en Malvinas

La teoría de Darwin, por su parte, sostiene dos hipótesis centrales: el origen común de los seres vivientes y la selección natural. Para Darwin afirmar que las especies evolucionan no significa tan sólo que cambian, sino también que las especies actuales derivan de otras antecesoras, algunas de las cuales (la mayoría) han desaparecido, hasta llegar quizá, si se retrocediera lo suficiente en el tiempo, a un único antepasado común para todos los seres vivos. Todas las formas vivientes tienen, según este modo de ver, un origen común. Dice en la Conclusión de El Origen:

 “[…] los animales descienden, a lo sumo, de cuatro o cinco antepasados, y las  plantas de un número igual o inferior. La analogía puede llevarme un paso más allá, es decir que todos los animales y las plantas descienden de algún prototipo […]”2

Se puede entender la idea del origen común, apelando a la metáfora del árbol de la vida. Imagínese un árbol frondoso en el cual cada ramita que llega hasta la parte más alta del árbol constituye una especie actual; las ramitas y ramas que no llegan hasta la parte más alta del árbol son especies y grupos de especies extinguidos. Si se desciende por el árbol (ese es el trabajo de los paleontólogos) se va hacia atrás en el tiempo, y la porción del tronco que se encuentra a ras del suelo representa el momento del origen de la vida (este árbol metafórico no tiene raíces, o en todo caso, las raíces son los elementos inanimados que componen los seres vivos). Cualquier rama se relaciona con otra a través de una rama de nivel inferior. En los casos de ramas que se encuentran muy próximas hay que ir muy poco hacia abajo (hacia atrás en el tiempo) para encontrar la rama que las conecta, es decir la especie que es el ancestro común, mientras que para aquellas ramas que se encuentran más alejadas hay que ir mucho más abajo (mucho más atrás en el tiempo) para encontrarlo. Y en los casos más extremos habrá que ir probablemente hasta el principio del tronco, al ancestro común de todos los seres vivientes.

Concretamente, puede decirse que cualquier par de especies tiene un ancestro común si se va hacia atrás en el tiempo lo suficiente. Pero, una vez que se ha planteado que las especies evolucionan, la pregunta que surge inmediatamente es ¿cuál es el mecanismo por el cual lo hacen y surgen nuevas especies? Para Darwin, el mecanismo principal (aunque no el único, pues también agregó la selección sexual), es la selección natural o “supervivencia de los más aptos” definida como “la conservación de las diferencias y variaciones individuales beneficiosas y la destrucción de las que no lo son”. El concepto de selección natural involucra cuatro elementos: la descendencia con variación, la diferencia entre tasa de reproducción y tasa de supervivencia, la lucha por la supervivencia y la herencia de los caracteres ventajosos.

              Descendencia con variación: Los individuos de una misma especie no son exactamente iguales entre sí; de hecho las crías en cada generación no son exactamente iguales que sus progenitores. Se trata de una elemental constatación empírica, pero mientras que para los fijistas era irrelevante la variación individual, para Darwin resulta fundamental porque es la clave para que haya evolución.

              Tasa de reproducción y lucha por la supervivencia: Todas las especies se reproducen a una tasa que siempre excede la capacidad del medio para mantenerlos. De hecho, cualquier especie que se tome en la naturaleza, si sobreviviera toda la descendencia que puede dejar y no hubiera una gran cantidad de individuos que muriera prematuramente, rápidamente invadiría el planeta no dejando lugar para ninguna otra. Por ello hay una proporción variable de esa descendencia que sucumbe antes de llegar a ser adulta (y poder reproducirse) en una lucha por la supervivencia. Darwin aplica al mundo biológico ideas tomadas del economista Robert Malthus (1766-1834), quien en su Ensayo sobre el principio de la población (publicado en 1798), dice “[…] que la población, si no se pone obstáculos a su crecimiento, aumenta en progresión geométrica, en tanto que los alimentos necesarios al hombre lo hacen en progresión aritmética”. Esta diferencia de crecimiento entre el alimento disponible y los comensales origina según Malthus una competencia por hacerse un lugar en la empobrecida mesa. 

             Herencia de los caracteres: El éxito en esta “lucha” le dará a los que lo logren una mayor capacidad reproductiva, es decir que tendrán descendencia y, en ocasiones más descendencia, con la consecuencia de que los caracteres distintivos (y ventajosos) de los padres, probablemente, prevalecerán en una mayor cantidad de individuos en la nueva generación. Para que haya consecuencias evolutivas, es necesario, de hecho, que los caracteres en juego sean hereditarios.

Es necesario ahora hacer algunas precisiones. La selección natural actúa sobre los individuos, pero no tiene sentido alguno decir que los individuos, como tales, evolucionan. 

La evolución es el cambio que se produce en la constitución promedio de una población de individuos a medida que se suceden las generaciones. Los individuos sólo sobreviven y se reproducen transmitiendo sus características, o bien mueren antes; las especies o poblaciones evolucionan. La selección natural es un proceso en el cual ciertas condiciones ambientales o del entorno provocarán la muerte o la incapacidad de dejar descendencia de aquellos individuos cuyas características no resulten favorables. Como resultado de este mecanismo la constitución media de la población de organismos va a ir cambiando de modo tal que las formas con variaciones menos favorables se irán haciendo cada vez más escasas, y aumentará la cantidad de los que tengan características que resulten favorables. 

La condición de “más apto” –que en ocasiones se ha identificado ideológica y erróneamente con “supervivencia del más fuerte”- siempre es relativa al medio, y no sólo variará de especie a especie, sino también en los distintos momentos, de modo tal que lo que en un momento resultó una característica ventajosa puede representar lo contrario en un contexto diferente. En ocasiones ser más apto significa ser más rápido, por ejemplo para escapar de los predadores; en otras necesitar menos alimento, por ejemplo en épocas de escasez; pero también puede ser tener un repertorio de conductas más flexible; ser mariposa clara u oscura según la época; ser bacteria resistente al antibiótico A o B según las circunstancias. Para que estas características operen evolutivamente tienen que ser puestas en juego en una condición ambiental dada y representar una ventaja que algunos individuos posean y otros no; es decir que tiene que haber presión selectiva, de lo contrario solo serán variaciones y capacidades irrelevantes evolutivamente. 

Según Darwin, las nuevas variedades, y eventualmente las nuevas especies, tienen su origen en la supervivencia de las pequeñas variaciones acumuladas a lo largo de las generaciones. Defendió con mucha fuerza la hipótesis según la cual el proceso evolutivo se desarrollaba en forma gradual, pero este gradualismo le trajo no pocos problemas, ya que esta nueva relación cambio-tiempo que surgía de los mecanismos evolutivos debía ser compatible con las estimaciones sobre la antigüedad de la Tierra y la estrategia evolucionista debía llevar a probar que la Tierra poseía una antigüedad mucho mayor que la estimada en ese momento. Si bien la creencia en un planeta joven se fue desmoronando a partir de los trabajos paleontológicos y geológicos, a mediados del siglo XIX los científicos no poseían técnicas de datación fiables y precisas 3. El gradualismo de Darwin estaba en línea con la nueva teoría geológica de Lyell, según la cual la Tierra tenía millones de años, lo cual resultaba indispensable para pensar la evolución, pero además, sostenía que las características geológicas del planeta son el producto de la lenta y continua acción de causas uniformes y no de unos pocos, esporádicos y extraordinarios cataclismos.
Resumiendo, puede decirse que la diversidad de especies a partir de un origen común resulta de la supervivencia y acumulación de variaciones individuales azarosas. El azar no se refiere a que el cambio es caprichoso, sino a que esas variaciones no están relacionadas con los cambios en el ambiente; de hecho las especies pueden extinguirse si esos cambios son muy grandes y no nacen individuos con características que les permitan sobrevivir. No sólo la conformación, sino también la existencia misma de cualquier especie, entonces, no es más que el resultado aleatorio de esta combinación de fuerzas naturales. La inquietante consecuencia, que Darwin no trata en El Origen, pero sí lo hace en El Origen del Hombre (The descent of man, and selection in relation to sex) de 1871 es que el homo sapiens no sólo proviene de ancestros no humanos, sino que la propia existencia de la Humanidad es aleatoria en la historia de la vida en el planeta y no posee ningún privilegio ni biológico ni sobrenatural. 

Citas:

1En la actualidad existe en la zona una Reserva Geológica, Paleontológica y Arqueológica a partir del hallazgo de huellas de pisadas de ejemplares extinguidos. Se trata de una zona relativamente amplia que abarca distintas áreas o yacimiento. El área 1 incluye los yacimientos de Playa del Barco y Farola Monte Hermoso; el área 2 ubicada a 1 km al este de Pehuen- Có; el área 3 abarca Monte Hermoso 1 (más conocida como “El pisadero”), La Olla I y La Olla II.

2Charles Darwin, On the Origin of Species by Means of natural Selection or the Preservation of the favored Races in the Struggle for Life, Londres, J. Murray, 1859. En castellano: El Origen de las especies, Madrid, Editorial EDAF, 2004, pág. 480. 

3Mientras la antigüedad de la Tierra fue un problema para Darwin, no lo era para los creacionistas. San Isidoro, en el siglo VI, por ejemplo, sostuvo que la creación del mundo había ocurrido en 5210 a. C. El arzobispo inglés James Usher, por su parte, reveló que la creación había ocurrido en el año 4004 a. C. Por su parte el Dr. John Lightfoot, director del St. Catherine´s College de Cambridge, llegó a la conclusión de que la fecha precisa fue el miércoles 18 de junio de 4004 a.C. a las 9 de la mañana aunque otros sostenían que el magno acontecimiento tuvo lugar el 25 de octubre.

Recomendación: conocer el Museo DARWIN de Punta Alta. Consulte días y horarios de visitas. Se puede realizar una recorrida virtual con este LINK https://museodarwin.com.ar/360-2/

La Bordona agradece a las Instituciones educativas y Bibliotecas de la región que se han sumado en la articulación de este espacio para su difusión.

Muy especialmente agradecemos al Dr. Héctor Palma su disposición a compartir en nuestro medio su trabajo e investigaciones por ser un gran aporte al desarrollo cultural de nuestra región (sus datos, CV y referencias en Nota PRESENTACIÓN del 03 de junio)

Nota redactada por Jorge Canolik para www.labordona.com.ar

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